Fue ordenado por el señor cardenal Crisanto Luque como presbítero el 6 de diciembre de 1955, para el servicio de la arquidiócesis de Bogotá.
Siempre estuvo comprometido con su ministerio, en el año 1956 fue nombrado vicario cooperador en la Inmaculada Concepción de Fómeque (Cundinamarca), posteriormente en 1957 llega como vicario cooperador en Santa Helena.
Para 1963 es nombrado párroco en San José de Fontibón. También se desempeñó como capellán de la sección Cundinamarca del Sena en 1964 y capellán del Colegio La Merced. En 1965 fue asesor de las Hermandades de Trabajo, donde estuvo por 36 años.
Además, fue párroco en Cristo Resucitado en 1986, asesor del consejo de laicos en 1992. Era sacerdote emérito desde 1999 y falleció de causas naturales el pasado 6 de junio de 2017.
Su hermano, el padre Jaime Reina, lo recuerda como un hombre entregado a la familia y sobre todo a la comunidad, “fue un hombre enamorado de Dios, de su sacerdocio y del mundo trabajador, hombre íntegro e inteligente”. Sus eucaristías tenían el sello del fervor, del recogimiento que contagiaba a todos los presentes llevándolos a la reflexión y la acción.
Era generoso, humilde y sencillo. “Durante 36 años estuvo como asesor del Movimiento de las Hermandades del Trabajo, donde nunca recibió dinero por su asesoría continua” recuerda el padre Jaime.
Fue un guía, tenía una gran dosis de esperanza y veía el sacerdocio como una manera de ser otro Cristo en la tierra.
Sus eucaristías tenían el sello del fervor, del recogimiento que contagiaba a todos los presentes llevándolos a la reflexión y a la acción
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