octubre 12, 2015

LA ANDRAJOSA CUNDINAMARCA

Les queremos compartir un artículo del periodista Edgar Artunduaga, publicado en la Tribuna de las Regiones en su reciente edición, sobre la corrupción y politiquería en el departamento, que solo deja más pobreza y poco progreso:
"Cundinamarca es tan grande como Antioquia y uno de los departamentos más ricos del país, pero –en la práctica- un hervidero de pobreza, atraso,ignorancia y politiquería. Figura en tiempos electorales o cuando meten a la cárcel a un gobernador. Eligen a un bribón como Pablo Ardila y dos veces a un ingeniero contratista, Alvaro Cruz, que poco o nada hizo por el departamento y acaba de renunciar para evitar la prisión inmediata.



Y cuando el gobernador fue un señor “decente” (otros dicen que filipichín), Andrés González, su obra pasó desapercibida, porque no la hubo. Para el recuerdo y orgullo de los cundinamarqueses quedan sus fotos sociales y los puestos alcanzados (ministro, senador y hoy en la OEA, viviendo en Washington).

Son veinte años perdidos (dos periodos de González, dos de Cruz y el tremendamente funesto de Ardila. A lo que se agrega una representación parlamentaria que nada pesa en el concierto nacional y en nada para defender los intereses regionales. Lo digo porque he visto pelear “fieramente” en defensa de su territorio a costeños, antioqueños y voceros de otras regiones, por encima de sus diferencias políticas, mientras aquí trabajan –cada uno por su lado- por engordar su propio bolsillo.

Los pueblos de Cundinamarca son pobres; las carreteras malas; los servicios pésimos; la educación mediocre, el departamento andrajoso. Pero sus riquezas naturales son colosales y sus gentes candorosas, sencillas, bondadosas, ingenuas. Los municipios de la sabana, otrora agrícolas, cedieron el espacio a las urbanizaciones y las industrias. Ciudades como Girardot se dividen entre los condominios privados de gente rica de Bogotá (algunos con ganas de parecerse a Miami) y los cordones de pobreza, desempleo y miseria, donde habitan los girardoteños.

Pobre Cundinamarca¡ Pésimos gobernadores, cuando no saqueadores desalmados. Y unos alcaldes –la mayoría- hijos de gamonales y miembros de pequeñas castas, pensando en el siguiente puesto y no en ayudar a sus municipios. Sin Asamblea digna. Sin organismos de control respetables. La última gran obra fue el edificio de la gobernación, que adelantó doña Leonor Serrano. Y me dicen que el edificio viene siendo cedido por pisos a distintas entidades".

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