Bogotano de pura cepa, con raíces en Sáname (Fosca) y con sesenta años, cuenta que su historia con la docencia viene desde casa. Sus padres, profesores de primaria (mamá) y bachillerato técnico (papá) le inculcaron el amor por el conocimiento y a ir más allá de las clases rutinarias. “Ellos eran cultos y aficionados a llenar el crucigrama que, para el diario El Tiempo, hacía Frailejón, todo un personaje de la ciudad en ese entonces; era bastante complejo”, recuerda.
El profesor Riveros, después de un corto paso por el preseminario, hizo su formación básica y media en el Colegio Externado Nacional Camilo Torres, del cual se enorgullece, y luego ingresó a la UN. “Soy hijo de lo público”, asegura.
Se graduó en Igeniería Química en 1974, en otro momento coyuntural del país y de la universidad pública, cuando se gestaron movimientos subversivos y hubo cierres, pedreas, politización y persecuciones. No obstante, destaca que la UN contiene al país entero, con gentes de todas las razas y condiciones sociales, económicas, con buena camaradería, amistades eternas y, en especial, formación y profesionalismo.
En sus más de 44 años de vinculación a la Universidad Nacional, tiene un espectacular currículo académico y laboral dentro y fuera de la Universidad, que pueden leer completo aquí.
“Los ingenieros químicos colombianos de esta generación se van a encontrar con varios tratados de libre comercio firmados. Y, si no están bien informados del nuevo paradigma, de los nuevos retos, de la nueva manera de hacer mercadeo, de hacer intercambios; si no conocen de propiedad intelectual, de diseño de productos; si no saben hacer un estudio de mercado ni un análisis económico, van a tener un ejercicio profesional más bien complicado”, afirmó el profesor Riveros en una entrevista a la Agencia de noticias de la UN, sobre la importancia de innovar.
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