Pese a una larga tradición democrática, política y muerte todavía caminan de la mano en Colombia, donde este próximo 30 de octubre unos treinta millones de electores están llamados a elegir nuevas autoridades locales.
Tanto el gobierno como los observadores electorales, sin embargo, coinciden en afirmar que la violencia no es la principal amenaza que pende sobre los comicios. Y no sólo porque el presidente Juan Manuel Santos ordenó este lunes la puesta en marcha de un plan de seguridad para las elecciones que incluye la movilización de más de 300.000 policías y soldados: prácticamente tres por cada candidato.
"Los riesgos electorales por violencia han disminuido (en comparación con 2007), porque ha ocurrido un claro retroceso de la presencia de actores ilegales, llámese FARC, llámese Bacrim (Bandas Criminales)", le dijo a BBC Mundo Felipe Jiménez, coordinador del observatorio de la democracia del MOE. "Lo preocupante es que los riesgos asociados a fraude electoral han aumentado", explicó.
La mayor amenaza, y que echa un manto de duda sobre nuestro sistema político y democrático, es la corrupción. Está desbordada. Está en el primer lugar de los temas que se deben afrontar con una absoluta decisión. Los logros en materia de productividad y seguridad no podrán ser sostenibles con el grado de corrupción en la institucionalidad.
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