Arnulfo Riveros Quevedo envía dos relatos interesantes de Don Luis Romero QEPD:
1ª HISTORIA: Un día cualquiera, se fue don LUIS de madrugada,a pescar en el río SANAME, porque le habían dicho que en determinado sitio había una trucha gigante que hasta ese día nadie había podido pescar. Así pues cuando llegó al lugar indicado del río, se paró sobre una gran piedra que había a la orilla del charco y sin pérdida de tiempo preparó el anzuelo y la carnada lanzándolos al agua; al cabo de unos segundos la famosa trucha saltó sobre la piedra, retorciéndose burlonamente, ante el asombro de don LUIS, quien inmediatamente sacó el anzuelo del agua y entonces la trucha maliciosamente volvió a saltar al río; don LUIS nuevamente arroja el anzuelo al pozo y la trucha salta otra vez sobre la piedra..... ;así sucesivamente continuó el duelo por mas de media hora, entonces don LUIS cansado ya , se fue a una casa cercana y sacó prestada una olla Nº 40 que para hacer un suculento sancocho. Se encaminó otra vez hacia el río y allí procedió a echar agua en la olla hasta la mitad de esta. Colocando el recipiente sobre la piedra se dispuso a lanzar nuevamente el anzuelo al agua ¡y claro ! la trucha salto otra vez hacia la piedra con tan mala suerte para ella que cayó justo dentro de la olla. ¡ plop!
2ª HISTORIA: Una mañana don LUIS se fue de cacería ,con su escopeta de cartucho calibre 12 , con su buena ración de comilona. Después de haber caminado un buen rato divisó a lo lejos una manada de torcazas paradas sobre un frondoso laurel disfrutando del sol matutino. Don LUIS procedió a acercarse lo mas convenientemente posible a su objetivo, luego se acomodó con todas las precauciones de un veterano cazador cerca de una mata de fique. Preparó la escopeta y comenzó a apuntar cuidadosamente al blanco; pasaron dos o tres minutos apuntando, pues no quería fallar el tiro. Don LUIS disparó, SONÓ la detonación del arma. Don LUIS permaneció inmóvil por unos segundos mas y en la misma posición de tiro, pues asombrado aun seguía viendo las torcazas bajo su mira y completamente intactas. Don LUIS no lo podía creer ¡oh sorpresa ! las muy astutas estaban paradas sobre el cañón de la escopeta. jajaja DIOS mio que ingenuo era yo a mis 12 años, todo se lo creía.
GRACIAS proximamente otras 2 historias mas de don LUIS ¡que en paz descanse!
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